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16 Traté de entender por qué los malvados prosperan,
    ¡pero qué tarea tan difícil!
17 Entonces entré en tu santuario, oh Dios,
    y por fin entendí el destino de los perversos.
18 En verdad, los pones en un camino resbaladizo
    y haces que se deslicen por el precipicio hacia su ruina.

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